RHEINFELDEN
Bettina Costa crea collages en los cuales los lugares familiares se convierten en una aventura surrealista. Para ello, la artista de Rheinfelden utiliza papel, tijeras, bisturí y pegamento. Pero esa no es su única forma de arte.
Peter Schütz — az Aargauer Zeitung
07.02.2022, 05.00
En lugar del cielo, una escena con bañistas como en el Rin aparece sobre la cervecería Feldschlösschen, mientras que en primer plano un cachorro mira embelesado una bola de billar. Frente al casco antiguo, los esquiadores se divierten en la nieve iluminada por el sol, por encima de la torre del ayuntamiento se eleva una cara con los ojos cerrados, en la que un alpinista está clavando su pico.
Y en el tejado de la Casa Roja, en la Habich-Dietschy-Strasse de Rheinfelden, una manada de elefantes campa a sus anchas, observada por la gente en una playa que llega hasta la puerta principal. No muy lejos de allí vive la creadora de estas extrañas imágenes: Bettina Costa, nacida en Rosario (Argentina) en 1965, residente en Suiza desde 2001 y en Rheinfelden desde 2006, añade nuevas perspectivas e historias a la visión «normal» de los lugares de interés locales.
«Rheinfelden surreal» es el nombre de esta serie de obras de la artista de 56 años, quien la describe como un «examen humorístico-provocador de mi lugar de residencia». Utiliza como base propias fotos, otros elementos son tomados de revistas.
«Trabajo con mucha precisión, soy exigente»
Existe una serie similar de Budapest, otras dos se titulan «Intervenciones» y «Surreal Collage». «Es un juego», dice Bettina Costa. Un juego de inspiración e idea, de percepción y de coraje para poner patas arriba lo conocido. El arte consiste no sólo en la disposición pictórica, sino también en la técnica. Porque Costa no lo pone tan fácil como podría parecer el resultado final.
Algunos collages son creados en forma digital en la computadora y en pequeñas tiradas, otros como piezas únicas totalmente realizadas a mano. Lo que necesita la artista: «Buen papel, buenas tijeras, un buen bisturí, buenas gafas, buena luz.» Su nivel de exigencia es alto. «Tiene que ser perfecto.» Todo debe ser colocado adecuadamente, y luego viene la fase más difícil: el pegado. Costa necesita mano firme para eso.
Por eso esta obra es muy pensada, para nada espontánea:
«Quiero las cosas claras.»
Y: «Trabajo con mucha precisión, soy meticulosa.» Esto también se aplica a la pintura, el segundo pilar del cosmos artístico de Costa. Tras un inicio figurativo-realista, se ha decantado por la representación geométrica. Su pintura se reduce a superficies y líneas, los motivos no son reconocibles.
Aunque estas pinturas también pueden parecer simples, son creadas a través de procesos largos y complejos. Costa utiliza la cinta adhesiva para conseguir la claridad y el equilibrio compositivo que imagina con pintura y pincel.
Costa convierte el reciclaje en una forma de arte
Pero, ¿qué hay de los delgados lienzos monocromáticos sobre bastidores de madera, algunos de los cuales miden más de tres metros? En el departamento de Costa, dos de ellos cuelgan verticalmente como vigas en una pared alta. Aparte de un solo color, no contienen nada: ninguna figura, ningún dibujo. De esta manera, Bettina Costa los utiliza para dividir el espacio, utilizando la arquitectura como campo de juego para unas pocas y concisas intervenciones.
Esta es la historia detrás: en su primera vida, estos lienzos fueron los decorados del teatro en el hotel propiedad de los padres del marido de Bettina Costa, Toni Scherrer, en Laufen. En lugar de comprar nuevos lienzos, Costa tomó los viejos telones de fondo extendidos sobre simples listones de madera y pintó sobre ellos.
Costa convierte así el reciclaje en una forma de arte. Hablando del marido: en la escalera hay un cuadro verde con una silueta roja sin rostro de pie en el centro. Sin embargo, es reconocible como Toni Scherrer. Bettina Costa también ha conseguido aquí un alto efecto de reconocimiento con medios mínimos.