pasos de tango

Nací en Argentina, la cuna del tango. Sin embargo nunca le presté mucha atención a esa parte de mi cultura. Siempre consideré el tango como algo «para viejos». Nunca imaginé que alguna vez me iba a interesar el tango… hasta que emigré.
Viviendo en el extranjero me di cuenta de que el tango realmente es el símbolo de la música argentina. Cada vez que decía que era argentina, de inmediato me preguntaban: «¿Bailás tango?»

A principios del siglo 20 Argentina estaba colmada de inmigrantes que esperaban ganar sus fortunas en este país en expansión para volver a Europa o traer a sus familias al otro lado del océano. Las letras de los tangos reflejan el profundo sentido de pérdida de estos inmigrantes y la nostalgia por las personas y los lugares que dejaron atrás. El tango los ayudó a olvidar sus penas.

Yo también soy inmigrante. Llegué a Suiza por una razón muy diferente de la de aquellos inmigrantes en Argentina y nunca sentí realmente nostalgia de mi tierra natal. Pero tal vez inconscientemente estaba buscando algo que me ayudara a no perder mis raíces. Y lo encontré con el tango.
No, no bailo tango; no al menos en la forma tradicional.

Con mi serie «Pasos de Tango» quiero mostrar cómo elaboro mi situación de inmigrante.

El tango evolucionó. Con música acústica y sintetizadores el «Tango nuevo» se popularizó en los años 60. Hoy en día, el tango goza de popularidad en todo el mundo; en constante evolución, el neo-tango es un fenómeno mundial con grupos de renombre como Tanghetto, Bajofondo y Gotan Project.

Del mismo modo quiero mostrar esta evolución con mis obras: tango ya no es para mí algo «para viejos». El tango está de moda, todos quieren bailar tango, tango es global. Y lo más importante: el tango me ayuda a no perder mis raíces. Tango es identidad.

Bettina Costa – Suiza / 2015